“We Contain Multitudes (Contenemos multitudes) fue escrito en la cabaña de un amigo, a altas horas de la noche, en un pequeño teclado eléctrico. En ese momento había pasado tanto tiempo lejos de lo que había considerado mi hogar, casi estableciendo una vida separada en el otro lado del planeta. Mi mente estaba pasando por un proceso de aprender a vivir en dos culturas enormemente diferentes, de reconocer que dentro de un cuerpo hay multitud de facetas de personalidad diferentes y, a menudo, contradictorias.
Aquí la interpreto en vivo desde mi casa en Reykjavík”.
Con estas palabras el músico islandés Ólafur Arnalds nos abre el significado del título de esta bella pieza. Y no sólo el significado, sino el sentido. Cada obra de arte es autobiográfica, el ADN de quien la crea queda vertido en ella. En este sentido, cada obra contiene multitudes de “datos” y ha sido necesario todo lo que ha vivido el autor y los antepasados del autor y las condiciones históricas y socioambientales, para que pudiera ver la luz en ese preciso momento.
Sin el tiempo y la distancia lejos de su hogar, Ólafur no habría engendrado We contain multitudes.
Y, es verdad, cada que decimos algo quedamos expuestos a contradecirnos. Pero gracias a la contradicción es como hacemos camino. Es aquello de tesis, antítesis y síntesis. Somos una maravillosa multitud de átomos, órganos, percepciones, movimientos, sentimientos, reacciones, sonidos, silencios, palabras, ideas… personas dentro de la persona.
Personas dentro de la persona dialogando, interrumpiéndose, escuchando, mirando hacia otro lado, buscando el mismo horizonte.
Cada yo es un nosotros.
Y al final, como Ólafur, siempre se puede volver a casa, o recogerse en uno mismo allá donde se encuentre, y dar sentido a esas multitudes que contenemos y nos contienen.