Reconditorio es una palabra algo extraña en nuestro siglo que hunde sus raíces en la antigüedad. Un reconditorio es, propiamente, un escondite. La palabra se deriva del adjetivo recóndito, que proviene del latín reconditus. Este se forma por el prefijo re-, que hace referencia a algo producido con intensidad, y por el verbo condere, que significa reunir cosas esparcidas, para luego esconderlas.
En la Edad Media los reconditorios se practicaban, por un lado, en piezas escultóricas como imágenes de Cristo, Madres de Dios, santas y santos; y, por otro, en espacios arquitectónicos como muros de iglesias, capillas o aras de altar. Servían como cavidades ocultas para preservar reliquias y actas de consagración.
Dichas reliquias y textos eran depositados en contenedores llamados lipsanotecas. Lipsanoteca es una palabra de origen griego que se compone de leípsanon, resto o reliquia, y theke, caja o arqueta. Es decir, una caja o recipiente para guardar restos o reliquias. Generalmente eran de madera, con tapa del mismo material o selladas con cera. Las reliquias solían ser huesos, trozos de tela, restos materiales relacionados con una persona de veneración.
Esconder una reliquia tenía varias funciones: protegerla de ser robada o profanada; dotar de sacralidad a la imagen o al espacio arquitectónico donde se guardaba, y proyectar la devoción religiosa inmaterial hacia la divinidad o persona santa en un objeto material.
Reconditorio, poesía preservada, es una serie de piezas contemporáneas esculpidas en barro que, emulando los antiguos reconditorios, esconden poesía en su interior. El aparente silencio de una escultura habla, sin duda, del proceso que llegó a crearla. Vuelve palpable lo que creemos que no se puede tocar: el alma.
Para mí, un reconditorio es una pieza poética que, aunque intente esconder, transpira aquello que preserva en su seno. Acceder al reconditorio de una escultura, es una acción similar a la de adentrarse en uno mismo. Ahí, como en una lipsanoteca, se encuentra resguardado todo aquello que nos da sentido, para lo cual hemos sido creados.
Cada pieza cerámica, además del reconditorio y lo que contiene escondido, va acompañada de un poemario caligrafiado y encuadernado a mano que recoge, literariamente, el sentido de los reconditorios. Un código QR nos lleva a una obra audiovisual que traduce a movimiento la poética de esta colección.
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