En la Edad Media surgieron las Secuencias, que eran himnos poéticos que se declamaban o cantaban después del Aleluya y antes del Evangelio. Normalmente durante las grandes festividades.
Actualmente sólo se cantan o rezan dos: la del domingo de Pascua, Elogiad a la víctima pascual, y la del domingo de Pentecostés, Ven Espíritu Santo. Una es un elogio, como lo dice su nombre, al cordero de Dios, a Jesús. La otra una invocación al Espíritu Santo, donde, a través de sus múltiples nombres, se le pide que venga. También se describen sus efectos y sus gracias y los beneficios que otorga a las personas.
Ven Espíritu Santo, es un como un canto de amor, donde reconocemos nuestra fragilidad y pedimos su presencia en nuestras vidas para encontrar el sentido auténtico.
Jesús, antes de ascender al Padre, había prometido a sus amigas y amigos que vendría a ellos el Espíritu Santo y les ayudaría a comprender y a vivir todo lo que Él había enseñado. Así se completaba la dimensión trinitaria en ellos. Primeramente, sintiéndose hijos e hijas de Dios; después, hermanas y hermanos de lo existente, y, por último, abiertos al mundo, sembrando los dones que habían recibido de Dios para que otras personas también viviesen esa comunión.
Cuando somos capaces de experimentar estas tres dimensiones en nuestra persona, algo en nosotros entra en diálogo con la Vida. Sentimos que venimos del Amor, que somos Amor y que damos Amor. El Espíritu Santo, siempre está viniendo a nosotras y nosotros, vivificando, renovando, haciéndonos saber, iluminando… Espíritu de Dios es la Esencia de Dios, y su esencia es el Amor en todas sus versiones, matices y sentidos.
Pentecostés, a diferencia de la Anunciación a María o el bautizo de Jesús en el Jordán, es la presencia del Espíritu Santo entre una comunidad. Estaban María, las mujeres y los hombres reunidos, cuando el Espíritu Santo se posó sobre ellos en forma de flamas. Esas flamas que nos recuerdan el corazón de Jesús resucitado. En Pentecostés sentimos que Dios es reunión.
En nuestras vidas van habiendo sucesivos pentecosteses y, aunque podemos percibir de manera personal sus dones, estos siempre se dan en el seno de una comunidad o revierten en su beneficio. Nos recuerdan que Dios es comunitario (cuando dos o más se reúnan en mi Nombre…). En la soledad y el silencio se percibe más nítidamente la presencia de Dios en nuestra vida, pero esta percepción después mueve a la apertura y entrega. Dios sobrepasa mis límites inundándome hasta reunirme con mis prójimos.
Ven Espíritu Santo, haciéndome sentir que también voy a ti. Que nada me falta cuando todo me sobra, porque sólo Tú bastas. Ven, ayúdame a acortar la distancia con la vida, hasta sentir que todo yo soy vida y que doy vida a cuantos me rodean, tal es mi semejanza con el Creador. Ven, que soy frágil, alégrame de serlo porque me doy cuenta de la fragilidad de las personas que me rodean y eso me hace amarles, amándome. Ven y libérame de querer retener cuanto creo poseer, incluso a las personas. Voy a ti, Espíritu Santo, porque ya siento en el corazón que me dices: ven.
Javier Bustamante