La resiliencia tiene su origen en la palabra latina resilio y quiere decir: «volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar, recomenzar». En física y química designan la capacidad del acero para volver a su forma inicial a pesar por los esfuerzos por ser deformado. En procesos vitales para el ser humano se define como la capacidad para adaptarse positivamente a situaciones adversas.
Traigo a colación el término de resiliencia, tan en boga en este comienzo del siglo XX, para hablar de la quinta historia del libro 22 historias clínicas –progresivas– de realismo existencial, escrito por Alfredo Rubio de Castarlenas (Barcelona, 1919-1996). Este es el quinto artículo que tratamos en esta sección de Historia basándonos en dicho libro. La serie de artículos intenta ser una traslación del contenido del libro a lo que entendemos como disciplina histórica. Adaptación libre a manera de ensayo.
En esta historia número cinco, el Dr. Rubio nos narra su encuentro con un niño de 12 años, apodado Moncho. De hecho, es Moncho quien se hace el encontradizo con Alfredo. Su familia estaba de vacaciones y en un paseo a una isla se da la conversación. Moncho sin rodeos le explica que está contento tras haber leído parte del libro de las 22 historias, ya que hacía pocos meses se había enterado por sus hermanos mayores que él fue un hijo no deseado. Por si fuera poco, sus padres tuvieron la firme intención de abortarlo.
Esta “verdad”, que a cualquier niño de su edad hubiera destrozado, al contemplarla Moncho desde la óptica del realismo existencial se le convirtió en una gran alegría. Lejos de hundirse por la gran posibilidad de su no nacimiento, Moncho agradece el que sus padres no lo hubieran abortado. Siempre se había sentido muy querido, seguramente como compensación por ese primer sentimiento de rechazo ante la noticia de estar embarazados. Pues, este sentimiento de ser querido, seguramente la dio fuerza para transformar una noticia como la que había recibido en algo positivo para él.
El mismo Moncho afirma: si mis padres hubieran querido tener un tercer hijo, lo hubieran buscado antes. El hecho de ser engendrado yo sin haberlo deseado ellos, ha sido mi única posibilidad de existir.
¡Vaya conclusión tan vitalista! Alegrarse por existir, a pesar de no ser deseado en origen. Este pequeño de 12 años resultó ser un gran resiliente. Dio un gran salto en su vida al comprender la magnitud del hecho de poder haber no-existido. Ser resiliente es saber resituarse en la vida ante un cambio o ante un hecho adverso. Y Moncho lo fue.
Pero esta evidencia para Moncho, ¿qué tiene que ver con el estudio de la Historia? En la Historia de la ciencia, muchos descubrimientos que después han cambiado el rumbo de la humanidad, se han dado por casualidad o por accidente. Es decir, de manera no deseada ni esperada.
Pensemos, por ejemplo, la penicilina que se descubrió prácticamente sin querer. Alexander Fleming, desordenado y olvidadizo, cambió la medicina moderna y salvó miles de millones de vidas por accidente. Fleming se había ido de vacaciones olvidando una serie de placas de petri con cultivos de bacterias que dejó al aire libre en el laboratorio, cuando volvió, la placa estaba llena de moho y cuando las miró al microscopio por simple curiosidad, descubrió que el moho, que eran hongos de Penicillium, había matado a las bacterias.
También para muchas comunidades o colectivos de personas, el haber de atravesar por situaciones difíciles les hace despertar procesos resilientes. Como todo proceso, es dinámico e implica un antes, un durante y un después. Muchos pueblos han visto marcada su historia por fenómenos naturales de nefastas consecuencias humanas, por guerras, por conflictos internos o con otros pueblos… Todas estas son situaciones no deseadas (como el embarazo de Moncho), pero que visto con la perspectiva que da el tiempo, han sido posibilitadoras de las vidas de los presentes, de su conformación urbana, de su historia concreta.
Los pueblos, después de un gran golpe, de una gran herida social, acaban encontrando nuevos equilibrios, nuevas maneras de organizarse o de relacionarse. Incluso el humor sale al paso para hacer ver que se puede tomar distancia del drama y relativizar los acontecimientos. Esta es netamente una actitud resiliente.
Muchas veces contrasta la alegría, el deseo de vivir, de los pueblos más pobres, comparada con el hastío y aburrimiento de muchos países con los mínimos de vida ya resueltos.